Siempre oi que segundas partes nunca fueron buenas. Ya estuve el año pasado haciendo esta ruta , una de las mas heavies a nivel físico que he realizado. Esto del kayak tampoco se salva, y cuando vuelves a un lugar pierdes ese hormigueo de no saber que hay detrás de la siguiente cala. La sensación de cierta aventura, se pierde cuando repites en un lugar. Claro está que todo tiene un lado positivo, y el volver, es una buena excusa para encontrar buenos ingredientes: sol, amigos, y buena mar. Bueno , este día se coló un invitado que nadie llamó, el viento. Sin embargo se cumplió la previsión y la cosa fue a menos.
No voy a negar que una de las cosas que mas me tiran en esto del kayak, es compartir momentos de mar con gente que vale mucho la pena. Y bueno, siempre conoces a gente nueva que te aporta cosas. Nos pegamos una pequeña paliza de 440 Km., salimos de casa a las 7:30, y volvimos a las 21:30. y todo para remar tres horas…. bueno, remar y la comida que nos pegamos (que risas). Lo bueno de cuando sales a navegar es que comes a horas de after-hour, y todo te sabe a gloria, y los camareros alucinan al ver como caen las cervezas. Y es que el sol y la mar da muuuuuucha sed. Comer y charlar cara a cara con los amiguetes kayakeros que ves poco, no tiene precio.
Desde Castellón salimos Jesus, Celia y yo. En la baca de mi Toyota nos acompañaban su Nordkapp, y mi kayak doble oasis (Nora). Todo fue bien hasta pasar el Ebro donde pillamos mucho viento, y tuve que ir con un ojo mirando las proas de los kayaks. Increíblemente aguantaron, porque eran las rachas eran fuertes incluso en parado, y nos daban de lado totalmente. Esto nos hizo llegar un poco mas tarde de lo previsto, pero la confianza en esto de transportar kayaks, subió un poco más.
Tras los preparativos nos hicimos a la mar un grupo de 10 kayaks. En esa zona también había viento pero no tan exagerado como lo que habíamos sufrido. Eso hacia que nos mojásemos mucho con las gotas (Celia las que levantaba la proa, y yo las de su pala). Tras llegar al faro de Torredembarra nos arrimamos a tope a la costa para buscar el abrigo del viento que venia de tierra. Ese faro desde el agua es precioso. Muy cerca, entramos a una gruta muy amplia que se convertía en un estrecho túnel. Luego ya vino lo que es para mi la joya del recorrido, el castillo de Tamarit.
Uno de los atractivos de esta zona de la Costa Daurada es que los pinos y matorrales están literalmente peinados por el viento, formando como una tupida alfombra, que lo forra todo. Cuando ves un claro, ves como el interior de esa manta son ramas secas. El día era muy bueno a nivel del sol y temperatura. Eso y que era un puente festivo, eran culpables de que las playas estuviesen muy concurridas. Me hacia mucha gracia escuchar los gritos de los crios al meterse en un mar que aun esta fresco para pegarse un chapuzón. Tampoco me esperaba encontrar tantas calas con nudistas. Algunos disimulaban encima de sus toallas, y otros posaban orgullosamente su perfil, en lo alto de las rocas. Remando cerca de las rocas pillamos de todo. Una parejita desnuda en plenos preliminares sexuales…unos chavales que nos tiraban piedras desde los acantilados como si fuésemos unas latas…
Una de las sorpresas del recorrido fue encontrar por dos veces una aleta que nos saludaba desde el agua. Se trataban de sendos peces luna, de un gris fuerte que nadaban por la superficie. Los encontramos frente la platja llarga, pero cuando nos arrimamos a menos de cinco metros se sumergieron con una rapidez alucinante. Me gustó mucho porque no es normal ver bichos tan grandes, y es un pez que por lo feo que es le tomé cariño cuando lo vi en el oceanográfico de Valencia. Otra de las sorpresas del día es que mi mujer cumplió como una campeona, en la delantera de Nora. Hacia mas de seis meses que no salíamos y las dudas eran lógicas. Por otra parte fuimos muy coordinados, siendo el paleo muy agradable para mi. Es cierto que el timón libera mucho trabajo al de atrás y la palada se simplifica a acoplarse al de delante. También remamos con buena nota en una situación nueva: mar con viento moderado que entraba de lado.
Cansados por no hacer descanso, y hacer el trayecto de un tirón, llegamos a Tarragona, a la platja del miracle. Está claro que cada hora y media o dos horas conviene desembarcar y descansar. El cuerpo aguanta, pero la mente no, y empieza a jugar contigo.