Cuando era pequeño, había una serie que se llamaba el equipo A, en el que su jefe (Hannibal)siempre acababa diciendo «me encanta que los planes salgan bien». Desde que acabé el año pasado la vuelta a Ibiza, en mi cabeza solo estaba hacer la isla de Formentera. Recuerdo aquella mañana en la punta de Ses Portes, divisando lo cerca que estaba Espalmador, y la Savina, y lo atractivo que resultaba una isla relativamente respetada por el «monstruo del progreso».
VUELTA EN KAYAK A FORMENTERA
Plantee desde un principio, hacer este viaje con mi mujer. Muchos pensareis, que con lo malo que está el tema de ligar cuando viajas en kayak (no puedes ducharte, afeitarte ni llevar ropa de fiesta) , «éste, se lleva el ligue de casa». No. Ese no era el motivo. Ya habíamos hecho un mini viaje por Menorca, y el poder hacer la vuelta en kayak a Formentera en cuatro cómodas etapas, era otro pasito hacia delante en eso de viajar en kayak doble.
Por desgracia habían unas cuantas restricciones, bastante importantes. La más gorda era el tema de dormir. En Formentera hay una norma muy dura que no es que prohíba acampar, sino que ni se puede dormir con una toalla en la playa. Y pese a que nos podíamos arriesgar, tampoco se trataba de apurar la paciencia de mi mujer, que no es una fan de la acampada. En otras palabras: podíamos acampar lo estrictamente necesario.
Además, habían dos etapas muy largas de mas de 17 km, en los que no era posible desembarcar. También estaba el tema de como llegar a Formentera, desde Ibiza, cruzando el peligroso paso dels Freus. En nuestro caso, íbamos a hacerlo en ferry, aunque aquí cuenta muy bien como intentarlo.
El plan de la travesía, era hacerlo en el sentido de las agujas del reloj. Por todo ello había reservado alojamiento, en los lugares previstos al final de cada etapa. Se trataba de llevar el carrito encima, y arrimar el kayak doble desde la playa al hotel de turno. En la segunda semana de junio, incluso nos podíamos arriesgar a encontrar hotel sin haber reservado antes. Por si todo fallaba, incluso desde 4Nómadas, nos podían venir a buscar por tierra e incluso mar.
PLAN B: KAYAK+BICI
Y cuando ya las mariposas hacían cosquillas por tener el viaje a las puertas, la previsión fue pintando mucho viento. Demasiado durante toda la semana. Es por ello que decidimos, ser conservadores y cambiar al plan B: recorrer Formentera con nuestras bicis, y dejar el kayak solo para excursiones con buen tiempo. A toro pasado, no hicimos mal, si bien se perdía la esencia del viaje: la vuelta a formentera en kayak. Hubiéramos logrado hacer la vuelta aunque pasando malos ratos. Pese al cambio, básicamente se trataba de lo mismo: llegar a cada cala de Formentera, aunque en vez de alcanzarla remando, lo haríamos pedaleando.
Primero visitamos Sa Roqueta, donde la arena blanca y transparente, lograban un contraste brutal con el azul del cielo y el blanco de las nubes. Y con el rojo de mi espalda, porque no me puse crema enseguida. Y así comenzó la bendita rutina de tomar el sol, chapuzón, algo de buceo, lectura y cabezadita. Y si eso era poco, resguardo a la sombra de la terraza de turno con una cerveza enganchada a la mano. Complementado con paseos entre las rocas, o la arena vestidos con un simple pareo (uno para cada uno). Así fuimos recorriendo diferentes caminos de la isla, a la caza de calas. Caminos de tierra prensada, pero con mucho polvo por culpa de pasar coches.
TODAS LAS CALAS DE FORMENTERA EN KAYAK
Calo dels morts, ses Illetes, Platja de Mitjorn, Es Calo de Sant Agustí, Ca Mari … poco a poco fueron pisadas con nuestros pies descalzos, y disfrutadas por los sentidos. El miércoles, decidimos alquilar dos Rainbow Laser en 4Nómadas, y navegamos la zona Noreste de Formentera. Saliendo del refugio del Estany des Peix, pasamos unas casetas de pescadores buscando punta Pedrera y sus famosas piscinas, aunque no las acertamos a encontrar. Llegamos hasta Es Banc, pequeña cala donde es posible desembarcar y donde teníamos pensado pernoctar en nuestro plan inicial. Las típicas casetas de pescadores, estaban en las últimas. Un poco mas adelante la torre de la Gavina y el no muy alto acantilado nos protegían del viento del Este, convirtiendo un placer llegar hasta Cala Saona entre aguas turquesa.
Cala Saona, con su blanca arena y su hotel de lujo, fue nuestro lugar de descanso y buceo. A media tarde decidimos volver, no sin antes ver al famoso futbolista español de turno, ver como bajaba con su zodiac y su séquito. Me hizo gracia la reacción de la gente. Muchos miraban, pocos le decían algo y algunos pasaban. El famoso, ponía cara de circunstancias, y no sabia muy bien donde colocarse, porque grande, grande…..la cala no era. Fuimos un poco mas hacia el cap de Barbaria, buscando un tramo de costa de Formentera que todos calificaban de excepcional. Pero no pudimos llegar a ese tramo.
REGRESO EN KAYAK
Decidimos girar, y regresar porque había que devolver los kayaks antes de las 19:30. Demasiado pronto si piensas que quedaban dos horas mas de luz. El viento había rolado teniéndolo casi de frente, lo que dificultaba el avance. Por suerte había previsto esa situación, y llevaba de casa mi cabo de remolque. Así que con la ayuda de mis brazos, y las enseñanzas de como remolcar un kayak, remolqué a mi mujer unos buenos 8 km. No tengo claro si lo hice bien. Yo acabé fundido, y ella como otras veces, en el amor, me dijo «cariño, no sentí nada….».
EXCURSIÓN A ES VEDRÁ
Al día siguiente continuamos visitando los dos faros, de la isla, y su especial entorno. También las pocas calas que nos faltaban por encontrar. El penúltimo día decidimos pasar a Ibiza, y aprovechar la señal que habíamos dado por el Prijon Poseidón que nos tenia que servir para dar nuestra frustrada vuelta a Formentera en kayak. Conforme estaba el viento , nos recomendaron la zona oeste. Es por ello que fuimos a dar la vuelta al islote de Es Vedra. Esta enorme peña de mas de 300 m que se alza en medio del mar, solo pasé cerca el año pasado, con lo que era algo nuevo para mi.
No nos arrepentimos porque sus paredes son refugio de muchas aves marinas, y me encantó como los matorrales se agarran a las rocas para no caer al mar. Un lugar, mágico, salvaje y especial. Un pedrusco imponente. Volvimos a nuestro lugar de partida Cala Carbó, para comer y refrescarnos con un baño. Buceando entre las rocas, me encontré la única medusa de todo el viaje. En esta y otras inmersiones me di cuenta de que aunque están muy bien, las aguas y fondos de Formentera están un paso por delante a los de Ibiza. Tras comer, y descansar pusimos rumbo a nuestro destino: Cala Moli. El camino me resultó ya familiar, y no pude dejar de recordar las risas que nos echamos una tarde parecida en esa cala hace hoy, casi un año.
Como veis, los planes no salieron respecto lo pensado. Pero en toda planificación debe haber un plan B, incluso C. Para el supuesto de mal tiempo, o imprevisto. De este viaje saco muchas conclusiones y aprendizajes. En una isla importa tanto la dirección como la fuerza del viento. Y en función de ella conviene planificar el sentido del viaje. También , que no por llevar un remolque de bici puedes pasarte con todo lo que llevas. Y si no vas a un sitio inhóspito conviene comprar comida en el destino. Por último me traigo un mayor conocimiento de Formentera y sus rincones, para un día intentar rodearla con mi kayak o con las bicicletas.