DE ALCOCEBRE A PEÑISCOLA EN LA SERRA DE IRTA

goltziana marlin en el faro de alcocebre

Los que hacemos kayak de mar, de vez en cuando quedamos para remar, mas o menos lejos de nuestra casa. A eso se le llama quedadas, y proliferan por todas nuestras costas gracias al foro de kayakdemar. Por desgracia hay que utilizar el eufemismo de quedada. Si se le llama concentración, reunión o cualquier otro sustantivo, corres el riesgo que la autoridad de turno te exija un responsable, barcos de apoyo, seguro….y si me apuras que todos los palistas vayan uniformados. Es un poco injusto puesto que cualquier colectivo se puede reunir, y hacer algo en común, sin tanta parafernalia.

Esto de las quedadas es el lado social del kayak. Es la ocasión perfecta para ver (de nuevo) a los amiguetes kayakeros, y ponerle cara , voz y risa, a los que conoces virtualmente. Y como no, conocer gente nueva, con inquietudes similares a las tuyas. En las quedadas es imposible estar callado, y no echarse unas risas. Es el contrapunto a un deporte, que si lo piensas bien es bastante individualista.

Por contra, no todo es amor en estas cosas. El guión nunca suele estar escrito ni concretado, y eso abre la puerta a cierto caos/desorganización. También ayuda que nos juntamos freakies del kayak (como yo) con gente que lleva mucho menos tiempo. Esto implica que al remar se abren distancias con facilidad. Lo suyo es girarse cada cierto tiempo y esperar si alguien viene detrás. Es inevitable que haya gente que llegue tarde y retrase al grupo, unos que corran mucho y se vayan, otros que se entretengan mucho y luego tengas que esperar……… Es por ello que hay que ir a estos bolos con el chip de la paciencia, empatia y ganas de pasarlo bien. Bajo mi punto de vista esta quedada ha sido modélica en el sentido de que el grupo ha navegado bastante compacto, con bastantes paradas de reagrupamiento.

El día ha comenzado para mi cargando el Naranjito y dirigiéndome hacia Alcocebre, nuestro punto de partida. Por el camino he ido escuchando el nuevo disco de Lovely Luna que ha sido la banda sonora en mi cabeza de esta travesía. Juan y yo, hemos llegado los primeros a las 9. Luego ha ido viniendo gente. Entre los que han llegado con retraso, los que se preparaban, y los que charlaban….hemos pegado la primera palada a las 10:30. Esto es así en las quedadas. Hoy he esperado yo, y otros días me han esperado a mi.

Hemos puesto la proa hacia Peñiscola unas quince piraguas, y enseguida hemos pasado el faro de Alcocebre. Esta queda iba discurrir por la Serra de Irta. Un tramo de 15 kilometros entre PeñiscolaAlcocebre que se ha resistido al urbanismo y es un parque natural. Aguas limpias, monte bajo y calas secretas son el paisaje. Yo iba charlando con los amigos, y costeando. El día había salido soleado, y con la luz a la espalda tenia claro que eran los mejores momentos para sacar fotos luminosas. El mar estaba bien aunque con un pelin de mar de fondo. Según que orillas se formaban olas ya respetables. Al menos para mi, porque otros compañeros jugaban con ellas con una habilidad envidiable.

Yo iba mirando también la pinta de esta costa. Quiero hacer esta misma ruta por tierra, por la orilla, en bici con mi hijo……y me interesaba ver las posibles rampas. Ahora y se que es un reto asumible y atractivo para nosotros y nuestras bicis. Y casi sin darnos cuenta nos hemos plantado en la  playa del Pebret tras algo más de 9km. Hemos hecho una parada para pegar un bocado, y echar unas risas, con Peñiscola al fondo. Había gente con diferentes planes: unos se volvían ya, otros continuaban y se quedaban a dormir en la playa, y luego estábamos el grupo que queríamos llegar a Peñiscola, para volver luego a Alcocebre. Estos últimos no podíamos estirar mucho la parada con lo que a eso de las 13:00 volvíamos a embarcar. Todo el mundo se echó al agua, aunque algunos ya se volvían.

Pasamos por debajo de la Torre Badum , la zona donde la costa baja se convierte en unos acantilados preciosos. Ya teníamos Peñiscola a tiro de piedra, cuando en una de las paradas le intentaron a un compañero achicar el agua que le había entrado en el tambucho de su kayak Oasis. Todo fue bien hasta que se dieron cuenta al terminar que a alguien se le había caído la tapa al agua, y se había perdido. Intentamos solucionarlo como pudimos, pero tenia mal remedio. Sin estar muy mal el mar, le entraba demasiada agua. Desembarcaron en una playa, para poner remedio, pero el chico decidió abandonar. Se quedó en la playa, con la promesa de que unos compañeros irían a buscarlo con su coche. Este incidente se nos comió todo el tiempo que teníamos para llegar hasta Peñiscola. Sintiéndolo mucho pusimos proa a Alcocebre. Teníamos el tiempo justito para llegar antes de que se echase la noche.

Por suerte teníamos algo de mar y viento a favor, con lo 7km /h no bajaba la lectura de mi GPS. Eso si, ya eran muchas horas seguidas sin bajar, y las piernas se me empezaban a cansar, y un tendón de mi brazo izquierdo empezaba a amotinarse. Hicimos un par de paradas para reagruparnos, en las que aproveché para fotografiar la puesta del sol (espectacular).A eso de las 17:15 estábamos desembarcando por la misma playa de la mañana. Tras cuatro horas encima del kayak bajé acartonado, y con algunos músculos en plena rebelión. Como conclusion saco que para planificar cualquier travesia se debe estimar un ritmo de 6 km/h y paradas cada dos horas. Más, es forzar la maquina, o pecar de optimista.

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