RECORRIDO DEL RIO EBRO CON AMIGOS

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Antes de irme a Croacia ya tenia prevista esta travesía. Puedes decir que soy hiperactivo, pero es tan simple como que hay que aprovechar los días con horas de luz y buena temperatura. Este recorrido por el rio Ebro permite conocer de forma incomparable este entorno. Un año más acudí a mi cita con el Ebro, por aquello de que a mi hijo le encanta y se trataba de no esperar a los fríos.

En esta ocasión propuse a los amiguetes que nos acompañasen en esta excursión, y unos cuantos valientes se apuntaron. Ya lo he comentado en alguna ocasión pero lo repito. El rio Ebro, es un escenario ideal para eso, para que la gente se aproxime a este deporte del cual doy tanto la paliza a las personas que me rodean. Es casi imposible que la cosa salga mal y es apto para cualquier edad y nivel físico. Y como no tengo kayak y equipo para todos, volvimos a confiar en Lluis de Beniemocions.

Con ellos todos es fácil. Tu llevas de casa las ganas de remar, y ellos ponen el resto. Nos hemos levantado pronto y a las 8 de la mañana ya íbamos de camino. Yo iba con el esfínter apretado, porque después de una semana muy buena en lo climatológico, habia previsión de bastante viento. Lo inteligente hubiese sido aplazarlo, pero decidimos arriesgarnos. Esta zona de España tiene un viento con muy mala leche y lo conozco de otras ocasiones.

No ha sido agradable notar como el coche daba bandazos por el kayak que llevaba cargado. Y los ventiladores (molinos) próximos al río, giraban con mucho garbo, lo que no era buena señal. No es que uno se sienta responsable, pero para enganchar a la gente siempre quieres que la experiencia sea positiva y todo sea favorable. Y el viento puede convertir en un infierno aquello de navegar en piragua. Por suerte en el río Ebro al ir relativamente encajonado entre montañas ,apenas nos ha fastidiado el aire en movimiento.

Llegados al pas de barca de Miravet, nos hemos encontrado con Key , y Txus. Estos, aunque tienen los testículos erosionados de navegar y de hacer este recorrido del rio Ebro, hacia ya una temporada que no los veía. Me he alegrado mucho de verlos y de charlar con ellos, aunque solo fuera un poquillo, porque es lo que tiene cuando juntas a tanta gente que estimas: te falta tiempo para dedicarles atenciones. Con nosotros también ha bajado un grupo variopinto de varias familias. No he contado la gente, pero fácilmente éramos treinta en total. Tras el mini-curso impartido por Lluis para la gente que debutaba, nos hemos echado al agua.

Enseguida nos hemos encontrado con esa atalaya del Ebro, que es pueblo de Miravet. El sol resplandecía, y el viento era anecdótico, y yo me sentía aliviado. Los más chavales querían ir deprisa, y mi hijo al querer competir, me mojaba con sus paladas. En estos primeros kilómetros ha sido donde hemos encontrado algo de corriente. Íbamos bajando el río Ebro y mi gente navegaba con relativa soltura, aun así iba pendiente de ellos. Y lo hice bien. Se pararon a hacer pis, se quedaron descolgados del grupo y me quedé por si se agobiaban.

Luego el viento nos sorprendió con una ráfaga fuerte que convirtió el río Ebro en una batidora. En ese momento de desconcierto el hijo de mi amiga cayó al agua. Yo recogí su kayak mientras Lluis con mucho oficio recogía al chaval y enseguida lo puso de nuevo en su kayak. Pensé por un momento que se nos había ido el día al garete, pero los guías nos dijeron que nos pegásemos a la margen izquierda, y de esa forma evitamos el aire. Eso si algunos lugares de la orilla olían a rayos,y es que la naturaleza no siempre huele a flores silvestres.

Mas adelante tuve que remolcar al chaval que cayó, y luego a su madre. Era la primera vez que lo hacia, y la cosa fue bastante bien, o al menos era soportable. Me sorprendí porque al ir en el kayak k2 con mi hijo, no iba sobrado de fuerzas. También comprobé que en un río, el cabo de remolque debe ser de unos tres o cuatro metros, porque mas largo se engancha con las algas. Por suerte el mío no se desenrolló del todo, y tampoco se engancho con el timón.

Paramos a descansar las piernas y estirar el cuerpo en algo parecido a una playa. Yo prefería no hacerlo muy largo por los mosquitos, y eso que no me picó ninguno. Hemos continuado navegando y de nuevo el viento ha hecho acto de presencia alterando el agua en el centro del río Ebro. Pegados a la orilla lo hemos toreado. Apareció el puente de Benifallet, y luego volvió a desaparecer al desviarnos por el interior de la isla. Al salir de este tramo, ya nos plantamos bajo el puente, y en apenas unos metros hemos llegado al embarcadero de Benifallet.

Haciendo una personal encuesta mirando las caras de mis invitados, la cosa ha ido bien, y han pasado un buen rato. O al menos no han sufrido durante la docena de kilómetros de este recorrido del rio Ebro que se han metido entre pecho y espalda. Y con eso me doy por satisfecho. Porque a los amigos hay que cuidarlos y mimarlos. Que repitan o no, es otro tema, pero ya han tomado contacto, y se han mojado un poco. Hemos terminado el día dándonos un merecido homenaje culinario en el restaurante el Xiringuito de Benifallet.

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