El viaje de este 2020 ha sido por la costa oriental de Asturias. Ya había estado navegando otras veces en el Cantábrico, pero esta zona nos ha encantado por bella, y poco estropeadas por la mano del hombre. El tiempo y el mar nos han dado unas condiciones aceptables para poder navegar durante seis días y conocer rincones secretos.
Desde el principio se planteó el viaje estableciendo una base desde la cual hacer travesías en función del viento y el mar. Por eso nos quedamos en el camping de Villaviciosa, lejos de todas partes pero cerca de la autovía. Lo bueno de un camping es que hay menos riesgo de que le hagan algo por la noche a los kayaks. Aunque éramos varias personas, al final solo lo empezamos tres (Txus, Anita y yo), viajando en un coche. Esta restricción nos obligaba a plantear los recorridos de ida y vuelta de un mismo lugar. O ir navegando y volver en taxi a por el coche.
El primer día comenzó con susto y es que a 300 km de la salida se rompió el coche. Tuvieron que subir mi toyota y hacer el cambio. Por segunda vez llevaba tres kayaks en la baca, y comprobé que la mejor forma es con Jotas que permiten llevar los kayaks de forma vertical. Ese día se estiró hasta las 3 de la mañana que llegamos a Asturias, pero con la ilusión intacta.
Todo viaje en kayak por zonas que no conoces requiere de un estudio previo para identificar el mejor punto de salida y llegada, y lugares de escape. Esto en Asturias con costas tan escarpadas y oleaje fuerte es clave. Además teníamos que tener en cuenta las mareas que en septiembre pueden suponer hasta 4 metros de diferencia entre la pleamar, y bajamar. Navegando es un tema secundario, pero para embarcar o desembarcar provoca rompientes, que afloren rocas o tener que hacer demasiados metros cargando el kayak a mano.
ROCKER 5.1
Este viaje era especial para mí porque lo hacía con mi nuevo kayak Fun Run Rocker 5.1. Es un barco de fibra bastante juguetón, y que llevo usando desde hace dos meses. Pero claro en condiciones de buena mar en el Mediterraneo, y durante un rato. Navegando por Asturias lo he puesto a prueba en diferentes situaciones, y me ha respondido. He ganado confianza con él, y lo más importante no me ha resultado incómodo estando más de dos horas sentado en el Rocker.
VILLAVICIOSA-LASTRES
El primer día salimos desde la ría de Villaviciosa con un cielo cerrado que chispeaba. Con la marea muy baja nos tuvimos que pegar bien a las rocas para evitar la rompiente. Ya en mar abierto, nos fuimos acostumbrado a la enorme ola que nos subía y bajaba. En las zonas de acantilados jugábamos con las olas de rebote. Llegamos a Lastres y desembarcamos sin problemas, porque estaba a refugio del oleaje. Estuvimos comiendo en el bar de la playa, haciendo tiempo para que la marea subiese. A la vuelta el viento había bajado y el sol asomaba y fuimos algunos tramos muy cerca de las paredes, con mucha visibilidad. Con la marea alta nos costó un poco volver al punto de embarque puesto que unos muros no estaban del todo cubiertos por la marea. Aquí puedes ver el track.
LLANES-CASTRO BALLOTA-PLAYA DE TORIMBIA
El segundo día nos echamos pronto al agua pero con lluvia, y oleaje tontorrón. La marea estaba bajando, y navegamos por una zona de rocas rumbo al este. Tras un pequeño susto con una ola que casi nos caza, nos lo tomamos con más calma y pasamos de hacer pasos entre rocas. Aquí a los islotes grandes les llaman castros, y llegando el de Ballota, el sol salió y el mar tranquilizó. El castro Ballota era enorme con la bajamar y salpicado de verde. Volvimos a la playa de Llanes y almorzamos un poco.
Con menos ropa tomamos rumbo al oeste con unas condiciones y luz perfectas. Yo aproveché para probar un rato el wilderness Tempest de mi compañero Txus. Este recorrido estaba lleno de islas y castros que con la marea tan baja tuvimos que tomar por fuera, pero con una luz y un color de mar increíbles. Aún así nos cansamos y desubicamos un poco. No teníamos claro lo que nos faltaba hasta la playa de Torimbia y si estaría bien el bajar. Por suerte unas islas ponían a resguardo la parte izquierda, y bajamos sin problemas en Torimbia. Una playa chulísima y con mal acceso a pie con lo es un verdadero paraíso si llegas en kayak.
A la vuelta con la marea subiendo pudimos pasar entre la costa y los castros, y entrar en dos pequeñas rías: la de Barro y la de Poo. En esta hicimos una paradiña, porque los cuerpos ya empezaban a protestar. Esta fue la jornada que más kilómetros hicimos, y puede que la más chula por la luz que tuvimos. Aquí puedes ver el track.
LUANCO-CANDÁS
Animados por la previsión intentamos visitar el cabo Peñas, y salimos de Luanco. El tema es que preparando todo se puso a llover y lo que es peor, tronar. Como hacía el este parecía más despejado tomamos rumbo hacía Candás. La costa era bajita y pasamos entre algunos pasos de rocas animados por el débil oleaje. Pero la lluvia se cerraba. Por eso frente a Candás decidimos abortar y volver a Luanco para desembarcar y terminar. El viento hizo muy dura la vuelta y el agua ya se colaba por todas partes. Para terminar de arreglarlo los truenos sonaban cercanos, y un par de ellos cruzaron las colinas de Luanco. Fue un poco agobiante poner el modo «fuera del agua ya». Y es que nunca se debe navegar en kayak con tormenta eléctrica, y fuimos un poco imprudentes.
RIBADESELLA-PLAYA DE VILLANUEVA
Tras el anterior día pasado por agua, el domingo amaneció despejado. Llegamos con la marea muy alta a Ribadesella, y una luz muy chula. Tras elegir un punto de embarque cerca del club náutico, salimos por la ría bien pegados a la derecha para evitar la rompiente. El oleaje suave nos permitió ir muy cerca de los acantilados, y disfrutar mucho del paisaje. Pero con el pasar de los kilómetros las olas subieron en tamaño y empezamos a tener dudas si podríamos desembarcar en los lugares previstos.
Con cuidado cruzamos la rompiente para entrar en la playa de Villanueva una cala muy estrecha y a resguardo de las olas. El tema es que la marea estaba muy baja y asomaban unas piedras muy feas. Especialmente una que estaba en medio de la orilla y que salía como un pilar más de metro y medio fuera del agua. Primero salió Txus, pero una una pequeña ola me lanzó con fuerza. Con el cubre fuera y sintiendo que se estampaba el Rocker contra las rocas, me tiré al agua. Por suerte todo quedó en un susto.
Mientras comíamos estudiábamos la serie de olas que de forma indirecta entraban, y que al tener la cala forma de cuña, se elevaban muy rápido. Para postres la marea seguía bajando y sacando rocas del fondo. La salida fue divertida y emocionante. Me tocó remontar tres olas potentes que a punto estuve de no poder superar. Pero la proa del Rocker pudo con ellas. Tras tantas emociones nos tomamos la vuelta con calma y ligeras surfeadas.
Con la marea subiendo intentamos remontar un trozo del río Sella, pero pronto tuvimos que dar la vuelta porque nos quedamos sin agua bajo nuestro kayak. El track de ese día aquí.
PLAYA DE ENTREMARES-TINA LA MAYOR
Ese día quedamos con dos kayakistas de la zona que nos llevaron a la playa de Entremares, un lugar precioso, medio virgen y al cual se llega por un camino estrecho de tierra. Primero estuvimos calentando rodeando alguna islita y paso entre rocas. Luego ya tomamos rumbo hacía el este. Con buena luz, pudimos disfrutar de los acantilados desde bastante cerca. Habían cuevas chulas pero yo fui conservador y no entré. En alguna me asomé.
Y sin darnos cuenta llegamos frente al Castron de Santiuste que protegía esa zona de las olas. Por eso ahí si que entramos en una larga y estrecha cueva que se hacía amplia y dejaba girar a los kayaks. Luego al lado estaba la playa de la Acacia donde desembarcamos. Un lugar de sueño donde por tierra solo se puede llegar de la playa de al lado cuando la marea está baja.
Tras comer y el baño seguimos navegando hacia el este, pasamos bajo el faro de san Emeterio. Un poco más adelante entramos a la ría de Tina la Mayor salvando la rompiente cuando pasó el tren de olas. Ya dentro de la ría desembarcamos en el lado izquierdo que ya es Cantabria. La mujer de un compañero vino a buscarnos y fuimos a por los coches en Entremares. Aquí el track de esa travesía.
RIBADESELLA-PLAYA DE LA ISLA
De nuevo volvimos a salir de la ría de Ribadesella, más que nada porque la marea estaba alta, y habíamos controlado un lugar para aparcar el coche, y meter los kayaks entre la valla del paseo. Ya fuera de la ría pusimos rumbo hacía el oeste, rumbo a Lastres. El mar estaba bien pero conforme nos arrimábamos a la punta de los Carreros las olas ganaban mucho tamaño, y lo que es peor rompían muy lejos, muy mar adentro. Nos tuvimos que separar mucho para evitar esa peligrosa rompiente. Una vez rebasada a lo lejos se dibujaba el pueblo de Lastres con su inconfundible silueta de balcones sobre el mar. Estaba muy lejos, y daban ganas de hacer un recto. Pero no, decidimos ir siguiendo la línea de costa, pese a que ello supusiese hacer más kilómetros.
Al navegar cerca Txus pudo ver que en la playa de la isla se podía desembarcar. No fue fácil porque la marea estaba baja y las rocas afloraban del agua con facilidad, y por donde salimos chocaban dos olas. Aun así salimos como campeones. Los kilómetros acumulados en tantas jornadas nos hicieron ser conservadores, y volver a Ribadesella, en vez de estirar la travesía hasta Lastres.
Un consejo final. Durante todos los días de travesía apenas vimos unos pocos barcos de pesca y recreo. Si eso le añadimos que los puntos de desembarque son pocos, es importante navegar en estas aguas en grupos compactos. Por ayudarse mutuamente de forma rápida en caso de incidente, y para tener una comunicación fluida de que hacer o decidir. Esta es una costa exigente que pide extremar todas las medidas de seguridad.