ILLA DE BUDA

kayak-delta-del-ebroMi hijo y yo estamos en racha de kayak. Cada fin de semana estamos navegando. Si a eso le unimos en que está en pleno despertar físico no es raro que las distancias y el ritmo que llevamos aumenten cada salida. En esta dinámica en el puente del Pilar estuvimos en la Illa de Buda, en el delta del rio Ebro. Yo ya habia estado remando hace tiempo por allí. Pero eran muchas las ganas de regresar. Después de tantos kilómetros por el rio mi hijo tenia la ilusión de ver como el Ebro desemboca al mar. Y yo, ganas de vivir con el ese momentazo. Como canta Jorge Drexler «un hijo te vuelve a enseñar…»

La Illa de Buda es una isla formada durante siglos por los sedimentos que el rio Ebro ha ido dejando. Es una isla privada, pero también parque natural. Ambas características dificultan la visita por libre. Ya tuvimos la experiencia la otra vez en que los guardas solo por desembarcar a descansar nos amenazaron. Tanta protección redunda en que sea un sitio genial para las aves, aunque visualmente es un enorme humedal: solo ves cañas y lagunas. Alguien podría añadir que es un paraíso, pero como primer dia de la temporada de caza, se escuchaban escopetas dentro de la Illa de Buda. Si quieres saber más de la isla visita la web oficial.

Habíamos elegido un soleado dia de octubre, con nada de viento, y es que en esta zona el viento se levanta día si y otro también, con lo que no es fácil un día de calma. Por contra íbamos a encontrar un poco de mar de fondo. Comenzamos la ruta donde la gola de Pujol se junta con el Mediterraneo (a veces). Elegimos ese punto porque hay una zona de picnic, donde se quedó el resto de la familia. Pronto estuvimos remando por la gola de Pujol entre aguas marrón oscuro casi caca.

Algo nos llamó la atención, y fuero como unas enormes bolas flotando. Al tomar una vimos que eran caracoles manzana. Algo habia leido de la plaga de esta especie invasora que viene del Amazonas, y que está arrasando los arrozales del Delta del Ebro, pero no pensaba que eran como medio puño. Los caracaoles muertos no me preocupaban pero la verdad es que las cañas estaban llenos de nidos de caracol manzana. Son inconfundibles con su intenso color rosa. Toda la gola de Pujol estaba llenita de nidos aunque en el rio no vimos. Estos caracoles comen más que un autobus de jubilados en buffet libre, y se reproducen de forma brutal. Si a ello le añadimos que no tienen depredador, se convierten en un problemón.

Pasamos la masía de la Illa de Buda, y un poco más adelante ya se abría el río Ebro. Nos encontramos kayaks autovaciables y es que si pretendes conocer esta parte tan navegable del Delta, puedes alquilar kayak. Daba gustico ver el Ebro en plan aceitoso, pero había que tener cuidado puesto que al ser domingo habían muchas lanchas, y cruceros que pasean a turistas. Lo primero que hicimos fue cruzar a la orilla izquierda, para pasar junto al puerto fluvial de Deltebre. Esta orilla es más distraída, y por el paseo que va pegado a esta margen había gente, paseando, pescando y en bicicleta. Paramos un momento a descansar en el embarcadero de Riumar, que ese día estaba a tope de lanchas que usan este punto para acceder al rio Ebro y su desembocadura. Allí también acudieron unas barcas de remo tipo traineras a descansar. Debe ser divertido probar un cacharro de esos.

Continuamos la marcha y ya frente a nosotros se abrió el mar Mediterraneo. Pero lo que vimos no me gustaba nada. Se veía espuma por todas partes de olas rompiendo. La desembocadura del Ebro está orientada hacia el norte con lo cual si hay olas (que vienen del este) te barren un buen trozo. Lo que más preocupaba era una ola que rompía a mas de 500 metros de la orilla. No me molaba nada la posibilidad de volcar con un niño tan lejos de la orilla. Además mientras estábamos estudiando la situación una barca con pescadores nos advirtió «cuidado que está muy picada». Yo quería girar, mi hijo continuar. Tras unas cuantas dudas salimos un poco. Las olas no eran grandes pero muy seguidas. Y se veía mas claro que teníamos que enfrente una rompiente que rompía muy lejos, y a la derecha olas que rompían de diferentes direcciones.

Decidí girar no sin pocas discusiones «eres un cagao» , «no quiero remar río arriba». Por suerte los pedales del timón van en mi bañera. No sabíamos cual iba a ser el plan ahora puesto que habían dos opciones: que nos viniesen a buscar o «desnavegar» el camino. Mientras lo pensábamos fui remando río arriba. Por suerte había poco caudal y se podía remontar el Ebro. Mi hijo que estaba en modo «adolescente» se negaba a remar como forma de presión para salir al mar. Como ves no todo son risas y buen rollo en un kayak doble. Paramos en la orilla a descansar una carpa enorme saltó y cayó en la bañera de mi hijo. Tras unos coletazos y unos instantes volvió al río. Esta anécdota sirvió para que los malos rollos se marchasen y remar en común para volver. Para no hacerlo tan largo regresamos hasta el principio de la gola de Pujol, y allí nos vino a buscar mi mujer en coche.

Por la tarde después de comer no nos resignamos y fuimos caminando toda la playa de la Illa de Buda (mas de 4 km ) hasta llegar a la desembocadura. No nos equivocamos. Las olas rompen mas fuerte en la desembocadura, y una se forma muy adentro rompiendo lejos de la costa. Eso si, si por la margen derecha hubiésemos desembarcado, recorriendo unos metros al sur, hubiésemos embarcado con una rompiente muy asequible. Esto me dió rabia por haberme dejado llevar por la prudencia y el temor. De todas formas se me pasó rápido porque fue un gustazo el paseo sin prisa ni bañador por aquella playa casi virgen de la Illa de Buda.

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