Tarragona, es la siguiente provincia a la mía, Castellón. Allí tengo un buen puñado de amigos kayakeros. La pena es que tengo que recorrer casi 200 Km. de ida y otros de vuelta para verlos. Esta vez, la oferta de navegar por el cap de Salou, ha sido irresistible para mi. Era uno de los tramos que me faltaba de esta provincia y no me lo podía perder.
El despertador ha sonado muy pronto, a las 5:00 de la mañana. He desayunado, me he vestido de kayaker, y me he lanzado a la autopista. Espero que nunca me pare así la Guardia Civil, porque vestido de ropa Reed, conduciendo, fijo que me multan por pervertido u hortera. Casi dos horas mas tarde, estaba en mi destino, Platja Llarga, desde donde hemos recogido los kayaks, y nos hemos ido a Cambrils.
Hoy, me tocaba remar en el Prijon Odysee, de mi muy amigo Txus. No era la primera vez que remaba en la delantera de un kayak doble, y no se me iban a caer los anillos por repetirlo. Todo lo que me perdía con mi Sea Wolf, lo gané charlando con Txus. Salíamos con una previsión un tanto desconcertante. Sin embargo al final se han cumplido las peores, las de Windgurú. Hoy tengo un poco más claro que esta Web, realmente funciona. Teníamos de todo: viento, olas, nubes, una pizca de frío pero desde la arena de la playa no pintaba muy mal. Hemos salido como unos campeones de la orilla, y hemos puesto rumbo hacia el norte.
Estos primeros cuatro kilómetros, hasta plantarnos frente a Salou han sido los peores. El viento y las olas nos entraban por detrás, y nos tiraban todo el rato hacia la playa. El kayak doble de Txus no lleva timón, y en esas condiciones, estos barcos piden a gritos este elemento. La navegación se vuelve desagradable al ir al merced de las olas, y bregar mucho para que el kayak no vaya donde digan las continuas olas. Sentía que el kayak se movía mucho, me dolía la zona del omoplato izquierdo, y la cosa tenia pinta de estar así los veinticuatro kilómetros que teníamos por delante. Todas las señales que recibía mi cerebro eran «chaval, hoy vas a besar tierra firme cuando desembarques». Ver casualmente el barco de salvamento marítimo, y luego el helicóptero…no ha ayudado a cambiar esas sensaciones.
Por suerte he entrado en calor, y no me dolía tanto el hombro. He puesto la cabeza en el modo «ya llegaremos poco a poco». Teníamos a tiro el Cap de Salou, y al doblarlo las olas que antes más o menos nos empujaban, ahora nos entraban de lado. Pese a que el Prijon Odysee, tiene la cubierta muy alta, un par de olas me dejaron un recado, mojándome con ganas. El mar directamente hervía, y la proa del kayak me parecía que iba más rato semi-sumergida que encima del agua. He ido un rato mirando por el rabillo del ojo por si entraba alguna ola rompiendo, y teníamos que hacer un apoyo.
Apenas he podido hacer fotos. Menos mal que tras pasar el Cap de Salou, el mar nos ha dado una tregua, y hemos podido descansar unos minutos a descansar y tomar un plátano. Hemos pasado una zona de acantilados, de donde me han comentado que sacaron piedra para hacer el puerto de Tarragona (así lo dejaron de hecho polvo). Luego ha venido una zona más abierta, que era La Pineda. Tenia la imagen de ella hace más de 18 años, toda ella llena pe pinos. Ahora que la veía de nuevo solo quedaban un reducto de pinos, y una escultura de hierro que recordaba a esos árboles que seguro que durante muchos siglos fueron los amos de este paraje.
El viento ha vuelto a soplar con fuerza. Hemos llegado frente al puerto de Tarragona muy cerca de un muelle donde habían barcos de carga atracados. Nos hemos reagrupado para cruzar la bocana. Tras pasarla hemos girado hacia el norte siguiendo la imponente escollera de Levante. El viento ha vuelto a soplar con muchísima fuerza, y era una historia llevar el kayak doble hacia donde queríamos. El cansancio ya se notaba, y partir de aquí nuestras palas ya han chocado en varias ocasiones por la descoordinación. Se veía mucho movimiento de gente por la zona (paseando y pedaleando). También hemos pasado por un lugar donde hay un barco hundido para disfrute de un centro de submarinismo cercano.
La gente tras tres horas dándole a la pala quería estirar las piernas. Hemos elegido el principio de la platja del Miracle. La faena ha sido nuestra para llegar a ella, porque en la bocana del club náutico el viento que había rolado, apenas nos dejaba avanzar. La parada ha sido breve, porque el frío y viento nos ha echado de allí. Un pis, un bocado y al agua. De nuevo hemos hecho la foca con el kayak doble, con éxito. Para quien no conozca esa maniobra se trata de arrastrarse por la arena hasta llegar a un punto que el kayak flote. No es fácil en un kayak doble, porque es pesado para esto, y exige que alguien marque el ritmo (parecido a una galera).
La parada no me ha sentado bien. Se me han mojado las manos, y las rozaduras han empezado a salir y escocer. Me he enfriado, y los tendones de mi brazo han empezado a rebelarse después de tantas horas de un paleo caótico e intensivo. Menos mal que el final de la travesía ha sido bueno. Txus y yo hemos hecho una surfeada guapa al desembarcar. No pensaba que se podían hacer esas cosas con un k2. En la orilla habían dos Lolitas en bikini. Para mi han sido una señal de que el día se iba arreglar en lo meteorológico, porque ha salido un solecito muy rico.
Luego ha venido lo bueno, cerveza y risas. Como no, ha caído el arroz de pescado, buenísimo. En fin, ellos, pobres infelices le llaman paella , «a eso» .Como quiero que me vuelvan a invitar a remar, no he querido decir que aquello era un arroz de pescado pero no una paella 🙂
Ha llegado el momento de llevar a Txus y su kayak a Cambrils, para luego chuparme dos horas de autopista. Llegaba a casa a las 20:00 , después de 400 Km. en coche, 24 Km. remando con tiempo de perros, y 15 horas fuera. Al volver mientras escuchaba a Macaco en el CD, solo pensaba en que no quiero amuermarme y que se me vayan las ganas de pasar días como éste.