VERANO DE BICI Y KAYAK

rescate kayak

Este verano de 2012 ya va tocando a su fin. El calendario dice que aun le faltan días. Pero el fin de las vacaciones y el principio del curso para mis niños, marcan mi portazo personal del verano. Han sido días de apenas remar nada. Siempre hablando de aquello de madrugar y darse una buena ración de kilómetros o quedar con amigos para hacer algo más o menos serio. Pero han habido huecos para meter un rato el kayak y hacer cosas que el resto del año, resultan imposibles. Esos momentos no dan por si solos para una crónica, pero todos juntos si, y como cada año, me resulta un clásico contarlos.

bicicleta a la luna llena

Los que me conocen saben que a poco que se den las condiciones, no tengo problemas en embarcarme con mi hijo y  nuestro kayak doble. Pero el calorcito y un día de mar aceitoso, abren el abanico a que todo crío conocido, amigo o familiar que se arrime. Este verano, han sido bastantes, tantos, que me cuesta recordarlos. Incluso algún amigo adulto, he engañado para subirlo al kayak doble. En todo caso, las risas, chillidos e ímpetu infantil , han sido compañeros en esos momentos. Y para frenar tanta euforia, siempre sujetaba a los niños si iban solos, con el cabo de remolque. No podía dejar que se marcharan de mi alcance porque lo mas normal es que no pudiesen hacer girar el kayak. Y en caso de vuelco en aguas profundas, no es fácil reembarcar en este kayak con tanta obra muerta. También hacia de algo parecido a un taxista o gondolero. Es decir, iba dando pequeños paseos a los amiguitos de mis hijos, por turnos. Algo que no sé por que pero agota mucho.

carrera de nataciónComo el año pasado, también hemos continuado mi hijo y yo saliendo en kayaks individuales. Salidas muy cortas, mas bien pensadas para sentar las bases del futuro, y divertirse en el presente. Y en la primera, salimos cuando quizás había mas olas de la cuenta. Un error de apreciación que acabó en un vuelco no buscado , cuando intentábamos salir a la orilla en pleno remolque. Fue un momento tenso, por el susto inicial del niño «papá, que aquí está muy profundo» y porque nunca habíamos hecho un rescate, y menos con un mar tontorrón. Teníamos otros problemas menores, como que mi bañera tenia agua (igual a inestabilidad), y que su pala se alejaba. Lo primero que hice fue ir a por ella, puesto que el niño se quedó sujeto a su barco volcado, y yo tenia a este enganchado con mi cabo de remolque. Luego el se colocó en mi proa mientras yo giraba y vaciaba su Ysak.

Mi relativa inexperiencia en esto, y mi kayak inestable, me decían que era el momento mas delicado. Pero mis palabras de animo y tranquilidad para el niño, también me funcionaron. Con los dos barcos ya boca arriba me fue un poco difícil explicar como tenia que subir. No obstante el chaval está ágil, y no fue gran problema, si bien al hacerlo por el medio de dos kayaks en paralelo, hubo un momento en que las proas buscaban separarse, y casi volvió a caer.

kayaks al atardecer

Este susto, lejos de arrugarnos, nos dio confianza para jugar a los rescates en otras salidas, aunque con mar mas tranquilo, y buscando el vuelco. Esos días si que pude hacer fotos, y probamos con diferentes formas de subir al kayak desde el agua. Yo mismo, en un reeembarqué sin flotador de pala perdí el piloto rojo que me ha acompañado por tantos lugares. Y es que como me enseñaron, para esas maniobras, la cubierta trasera debe estar limpia de objetos enganchados, y en el chaleco, todo guardado en los bolsillos, si no queremos perderlo o sufrir molestos enganchones. Una vez más aprendí en carne propia. Este verano como novedad le dejé navegar con el Naranjito.

kayak sit on top con palaLas dos lunas llenas de este verano también han sido disfrutadas. Navegando con amigos, y pedaleando en familia. Buscar la tranquilidad, soledad y misterio de la noche tiene su encanto. Es muy buena terapia pararse más de la cuenta a observar el reflejo de la luna llena en el mar. Ya había navegado de noche, pero no pedaleado, o no al menos de forma ociosa, si para ir a trabajar. Ha sido un encanto volver a descubrir la vía verde del mar con luna llena.

Algo típico del verano son las carreras de natación. Hacia tiempo que tenia ganas de sacar a remar a mi sentimiento altruista, para ayudar en un evento de este tipo. Una invitación de Key, y el cuadre del puzzle familiar lo permitió. Así pude estar echando una mano en la acuatlon (carrera a pie+ natacion) que se hizo en el Puerto de Sagunto. Algo que no entraba en los planes era remar con un autovaciable. No es que lo considere indigno, pero uno ya es perro viejo en esto de remar, y sabe que con un barco de estos vas todo el rato con el culo y los genitales mojados, con toda la incomodidad (e irritación) que supone.

No quise ser mal invitado y puse buena cara, rumbo a buscar los nadadores. Estos fueron llegando en ráfagas , y me dio la impresión de que nadie tenia realmente claro lo que debía hacer. Los nadadores desde el agua apenas pueden ver la boya hacia que deben ir, con lo que nuestra misión era orientarlos. También me imagino ofrecer un punto de apoyo cercano en caso de apuro. Habían dos motos, aunque parecían que estaban por más por pegar botes encima de las olas.

kayak tahe marin greenlanderPasado el desconcierto inicial, decidí quedarme con dos nadadores rezagados, que «casualmente» eran señoritas, y custodiarlas hasta el final. Y aunque sumergidas no se podía apreciar, seguro que estaban de muy buen ver, porque esta gente lo que se dice tripa y michelines, no suelen tener. Algunas palabras de ánimo me salían con vergüenza, y es que viéndolos en el agua, parecía que no les hiciese falta. Tampoco tenia muy claro si me prestaban atención. Cuando «mis» dos chicas salían del agua, sin mirar hacia atrás para despedirse, ni dar las gracias (es una carrera, y las carreras son para correr, no para mirar atrás) con lo que me volví hacia la última nadadora. Todos los kayakistas nos reunimos a su alrededor como tiburones hambrientos (era la realidad porque estábamos esperando el final para ir a almorzar). Tantos le indicaban, y le animaban que hasta yo me empecé a agobiar. Por fin salió del agua entre aplausos nuestros, y antes que nos tirase un pedrusco nos volvimos a puerto. Todo había sido mas rápido y caótico de lo que esperaba, pero quedé contento de aportar mi granito a un bolo de este tipo.

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