SEMANA DEL KAYAK EN BENICASIM

En todos estos años no recuerdo haber estado tantos días remando en una semana (si no contamos los viajes). Un tiempo anticiclónico, días de fiesta y fuerzas de ánimo, han sido los ingredientes para cocinar unos increíbles momentos de navegación. Cuatro sesiones de kayak, en seis días festivos de Octubre, y en nueve días naturales. No-es-ta-mal-el-pro-me-dio. Ha sido una forma de compensar a los días no-remados del verano. Aunque en mi defensa, debo admitir que desde mi ultima entrada había navegado otras veces, aunque poco había que contar. Me queda como pena, el no haber aprovechado estas sesiones para iniciar a algún pagano, en esto del kayak. Y no fue porque yo no lo ofreciese….

La primera sesión fue con mi amigo Pepe. Cuando conseguía «gorrear» algún kayak en el club náutico de Oropesa, salíamos de allí. Últimamente, le encasqueto mi Naranjito, y salimos desde mi club (soy el único socio), en Benicassim. Cuando navego con este chico, suelo coger la Werner Camano, porque vamos a ritmo de campeones. Ese día elegí mi pesada y querida pala esquimal, ideal para tragar kilómetros pero no para carreritas. Pepe, para no correr se trajo sus penillas y las juntamos con las mías. Y hacia Oropesa que nos fuimos tranquilamente en un mar aceitoso que se fue chupando las malas vibraciones de los dos. Si algo negativo no se quedó por el camino, yo me lo tragué con la cerveza y el pincho que nos ventilamos. Y es que no hay pena, que no se cure remando con sol, mar , unas risas y un amigo como Pepe.

Al día siguiente, salió un día aun mejor para estar en octubre. Desde el balcón le dije a mi hijo «hoy es un día estupendo para despedir la temporada kayakera, elige kayak, y vámonos al agua». Salimos con el Riot Polarity, y yo me dejé llevar….. «vamos a buscar a aquel barco del horizonte» -me ordenó-, y allá que nos fuimos, haciendo un recto. O lo que es lo mismo, navegar perpendicular a la costa, buscando separarnos al máximo. Nos encontramos antes una pareja haciendo stand up paddle (aunque esté de moda lo tengo que probar) , y un hobie cat, que de tanta calma, salía tirando de remo.

Yo de vez en cuando miraba el móvil, para ver las rayitas de cobertura, porque nos debimos separar lo menos 2 kilómetros. Con un niño pequeño no las tenias todas conmigo haciendo aquello. Y es que tanta agua a tu alrededor acojonan un poco. Mi hijo quería más lejos. Por suerte nos encontramos con un banco de boquerones que chapoteaban en la superficie, y sirvió para distraerlo de su idea de llegar a Mallorca. Vimos medusas de varias clases. Nos volvimos hacia la orilla, para terminar de completar la mañana entre baños y juegos en la arena, que con los niños, ya se sabe.

La cosa no terminó ahí, y un dormilón como yo quiso aprovechar que es el momento del año en el que amanece mas tarde. Eso significa que no duele tanto el madrugón. Creo que me levanté bastante despierto, porque lo que vi en la orilla, era para pellizcarse. A unos 50 m a mi derecha un par de agentes de la policía local, se habían despojado de su calzado, y en la orilla, con su uniforme y los pantalones arremangados se remojaban los pies. No se si celebraban San Juan del año que viene, o era un rito secreto. Pero avergonzado por el espectáculo, solo tuve ganas de ir buscar la salida del sol. Como otras veces, dejo que hablen mis fotos, de los colores de un sol que se abre paso en un cielo despejado.

De los pocos momentos en que puedes mirar cara a cara al sol. Como otras veces tenia que parar cada pocas paladas para fotografiar los matices de un amanecer único e irrepetible. El resto de la sesión no tuvo mucha historia, pues busqué llegar de un tirón , sin parar. Como siempre, aumentando el ritmo de forma progresiva. En el náutico de Oropesa, bajé un segundo a estirar las piernas y conocer a un nuevo palista de ese club. Saludé de nuevo a Bea y Julio, aunque no puede esperar a que saliesen a navegar. había prometido estar pronto en casa, y así fue porque a las 10:30 entraba por la puerta de casa con el kayak lavado y guardado. Un rápido almuerzo, y me fui con mi hijo a hacer un puñado de km en bici, para ver el Galeón la Pepa atracado esos días en Castellón.

Todavía quedaron ganas de repetir con lo del amanecer. También quise repetir con lo de Pepe, pero no pudo ser. había que continuar con la buena racha de kayak. Aunque esta vez, en vez de despertarme con la alarma, era yo el que miraba por la ventana pensando «el de ahí arriba, que no abres hoy ???». Me gustaría que comparaseis las fotos de ambos amaneceres, porque el cielo, las nubes, y la temperatura forman caprichosas combinaciones en el cielo. Y los colores y efectos son diferentes, entre un cielo despejado y otro con nubes. En ambos casos la gracia siempre está que ante tal espectáculo dentro del agua, te sientes pequeño e insignificante. El resto de la sesión no tuvo mas historia que contar. Remé hacia el sur mirando el reloj. Una hora remando seguidito, apenas unos minutos de descanso, y vuelta a casita.

El kayak continua teniendo un papel importante en mi vida y mi tiempo libre. No me aburre, ni desmotiva, si bien cada vez es mas difícil asumir retos o salidas ilusionantes, que cuadren con la vida familiar. Cuesta contar sesiones de kayak que no haya contado ya, o fotos que no haya hecho ya. Pero siempre hay un esfuerzo por continuar con esta web. Ahora que la playa y el mar, se quedan libres de la saturación del verano es cuando más disfruto remando. Y esta semana ha sido ideal para navegar, y sentirse vivo en el mar. Y como deberes que me llevo para esta semana que escribo esto,y llueve a mares, es terminar la pala esquimal que tengo a medias en casa. Y es que siempre hay que estar buscando una nueva excusa para salir al mar en kayak.

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